Monday, June 19, 2006

La victoria en claxonazos

Ta Ta (Ta Ta Tá)
o La victoria en claxonazos.

Por:
Bruno Mendizábal.
La Pared

El marcador final del partido dejó a la nación en un estado carnavalesco, en el que por un momento rompemos los muros de la soledad que normalmente nos impiden siquiera vernos a los ojos en un vagón del metro, para abrazarnos, gritar y vitorear juntos los marcadores que la selección mexicana impone a sus rivales.
Miles de personas salen a rolar en sus autos ondeando banderas, lanzando la conocida mecanización acústica del canto de victoria por los aires: una figura rítmica tan simple como dos cuartos, dos octavos y un cuarto, que encierra toda una necesidad catártica de romper con la contingencia y la marcha del tiempo cotidiano. En palabras de Octavio Paz: “...el silencioso mexicano silva, grita, canta, arroja petardos, descarga su pistola en el aire. Descarga su alma. Y su grito, como los cohetes que tanto nos gustan, sube al cielo, estalla en una explosión verde, roja, azul y blanca y cae vertiginoso dejando una cauda de chispas doradas.”

¿Qué instrumento más perfecto que el claxon para ejecutar la caótica sinfonía industrial? En un desierto de concreto y asfalto, donde los autos parecen una extensión de los anónimos conductores, y como enormes manadas de rumiantes fluyen sin cesar en ríos de colores, esta corneta mecánica, sin capacidad de emitir más que una nota y diseñado para hacerse sonar con una sola mano, es la herramienta perfecta para superar en número a cualquier orquesta humana o inerte...

¿De dónde viene este impulso?... El ritmo es el elemento cardinal de la música… lo llevamos literalmente dentro de nosotros a lo largo de toda nuestra vida en el corazón, siendo su latido el primer estímulo que habrá de recibir cualquier mamífero, y quedará tatuado en su memoria antes de conocer cualquier límite. Por esto mismo, el ruido, que está predestinado a manifestarse rítmicamente, es una invocación a nuestra naturaleza animal... una autoinvitación a olvidar las reglas a las que nosotros mismos nos hemos sometido: un mantra dionisiaco.

¿Se dice que el “clatter” de las ollas –en una crisis económica como la argentina- es también un grito de guerra, y en cuanto pensamos en las batallas libradas hace un par de siglos viene inmediatamente a nuestra mente la imagen del tambor y la bandera. Inclusive vimos a los soldados americanos en el documental 911 de Michael Moore, recurriendo a la música para destruir vidas inocentes en Iraq. Alguna vez en el Zócalo, había una propuesta de campesinos que hacían sonar de modo polifónico los claxons de sus trailers y tractores, en contra del Palacio Nacional. El eco era fabuloso. Algunos trailers mantenían la base rítmica. Los más agudos, punteaban una especie de melodía. Ni Nortec, ni Stockhausen - con su sinfonía para helicópteros - lo podrían haber ideado. Para bien o mal, es evidente que el trance propiciado por el ritmo nos inyecta unidad marcial.

Podríamos pensar que la estructura rítmica con la que enunciamos la victoria nacional viene de otro sonido que nos alcanza a todas horas en la desesperación de la vida urbana: la mentada de madre; que es una onomatopeya inspirada en el tonito chilango al pronunciar esas cinco sílabas. Las dos formas están integradas por cinco átomos fonéticos y esto no es coincidencia, pues todas las bases rítmicas, inclusive las más complejas, se pueden dividir en grupos de dos y de tres. Sometidos a un compás de cuatro cuartos, nos deja con una base muy identificable y concreta, suficientemente simple para que el niño con la peor arritmia pueda unirse a la celebración.

¿Algunos pueden considerar el futbol como un instrumento para la enajenación de las masas, pero la verdad es que es una fiesta que da vida a México; es increíble cómo el observar a veintidós sujetos patear un objeto esférico en un espacio rectangular cubierto de pasto une a todas las clases sociales y edades en un sólo sentimiento... creando por unas horas una nación hinchada de orgullo, alegría y fe; y así México explota en un nuevo himno, una obra maestra del serialismo colectivo que nos obliga a entregarnos a la libertad: ¡ta ta (ta ta tá)!

Comentarios a Bruno Mendizábal, colaborador de Ibero 90.9 Radio: temporary.peace@gmail.com