Friday, June 23, 2006

De Guácaras, Masajes y Jamaicones.

Dortmund.
Por:
Enrique Beas.

El reloj a veces tiene recorridos tan lentos, que tan solo de pasar acostado dos horas en el suelo de la estación central a lado de tanto brasileño que se quedo sin habitación como yo, es equitativo a cinco horas del día aproximadamente. Ahí aparece don Fulberto Pérez, no les miento, estaba hasta al huevo (así se le dice a la persona que no entra en razón al consumir tanta cerveza y tequila traído de Mexiko para beber sin control por las calles alemanas). No dejó dormir por una inmensa guácara que se aventó a dos metros de mi suite, a lado de la maquinita que da la información. Pero en fin, somos varios los que al día perdemos el control, y más si en los festejos de hoy nos topamos con una cuidad tan ordenada que se ve invadida del carnaval amazónico, que es como una mancha voraz creciente con toda cultura que se le ponga enfrente.




Sin duda, Dortmund fue una de las sedes que más prepararon la atención para los medios. Al fin la revolución me hizo justicia después de varios días, semanas, meses... ya no sé. En verdad el tiempo se pierde, y no sé si llevo mucho en Alemania, o me falta mucho. Pero eso no es lo relevante de hoy. Sus delicadas manos, lo son. Sus movimientos eróticos. Su bello aroma sajón. Su suavidad con la que toca mi cuerpo. Su delicadeza para hacerme sentir un ser supremo, y sin la bombita. Sin látex, pura piel. Su cualidad de quitarme en una acostada todos los desgastes del viaje, los recuerdos jamaícones y sobre todo la necesidad de sentirme tranquilo para recargar las pilas, donde apenas va empezar el verdadero Mundial, la segunda fase del torneo. Así fue mi tarde antes de ver al gordito (Ronaldo), mi ídolo en acción y empatar la marca del bombardero (Muller).


Una tarde que no olvidaré jamás en tierras teutonas, por esas manos que me dieron el mejor masaje de relajación de mi vida, y gracias por el apoyo del Media Lounge de Dortmund, viví en pleno momento de equilibrio que le hace falta al comunicador de la copa. Después de la gracia del borracho, opté por seguir la batucada y seguir en vivo, y continuar con esa línea de dormir dos, tres horas al día. Así madrugo todos los días, me conecto para ver los chismes y los cierres de campaña.

Leo al profesor Carreño en La Crónica y veo el odio de muchos hacia el Peje. Después leo a los colegas de los medios "gigantes" de México y de ahí empieza la nueva caminata, en una búsqueda constante de aprendizaje de una cobertura mundialista. Habrá que preparar el día de mañana, ya que ahí aseguran los optimistas que despertará el dragón de Lavolpe y por fin cumplirá todas sus estúpidas promesas. Seguiré trotando por Alemania, e iré de nuevo a mi segunda casa, la "hauptbhanhof" de las sedes, para ver como haré mi viaje más largo a Leipzig y poder ganar tiempo para intentar dormir un poco más.






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